Es la historia de un muchacho normal que se llamaba Armando,
era corriente en todo excepto en que tenía otro yo. Lo más interesante que eso
otro yo, era muy diferente a Armando porque usaba poesía, se enamoraba de
actrices, se emocionaba con atardeceres. En cambio armando leía historietas,
hacia ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz. Y le hacía sentir
incomodo el otro yo ya que él era muy distinto y no podía ser tan vulgar como él
quisiera.
Una tarde estaban escuchando a Mozart, pero a Armando le aburrió
esa música y se quedó dormido, mientras
que el Otro Yo lloraba desconsoladamente como el muchacho no sabía qué hacer en
esa situación este lo insulto, pero el Otro Yo se quedó callado y al otro día
se suicidó.
A Armando fue un duro golpe del Otro Yo pero el hecho de que
ahora si podía ser vulgar lo animo. Después de un tiempo salió a buscar a sus
amigos para enseñarle su nueva actitud, pero sus amigos no notaron su presencia
y pasaron por un lado de él como si no
existiera. Le dio nostalgia al muchacho pero no podía sentir melancolía porque
toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
Con la historia de “El Otro Yo” he llegado a la conclusión
de que el ser humano no tiene la posibilidad de entender algo tan complejo como
lo es la realidad. La realidad es un universo que abarca todo y la comprensión
que tenemos de ella puede ser forjada como algo personal o como algo general.
Mario Benedetti por medio de su obra nos muestra que no somos conscientes de
los objetos que nos rodea.
Escrito por: Ada Trejo.
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